El capitalismo de los que apoyan a Donald Trump.

Por Ramón Bernal Godoy.

Confieso que he estado tentado a escribir sobre el actual mandatario de los Estados Unidos, Donald Trump, después de su inmersión en las profundas aguas albañales de Miami, pero hubiese sido un acto egoísta de mi parte pues solo hubiese conseguido mi desahogo personal. Nada nuevo -ni mejor dicho- habría aportado que lo que muchas personas inteligentes han incesantemente referido en los últimos días, nada tampoco en comparación con las palabras del Ministro de Relaciones Exteriores cubano, Bruno Rodríguez, en su Conferencia de Prensa desde Viena, nada más claro y contundente que la declaración del Gobierno Cubano a pocas horas del «sublime acto».

Sin embargo, aquí me veo, escribiendo y rozando las ganas de permitir correr teclas y mente para desacreditar al lobo y su manada de cobardes, más no lo haré, me mantendré firme y solo reflexionaré sobre la esencia de lo que defiende tanto Trump como sus lacayos en la OEA, lo que defienden aquellos pocos cubanos que con humillante anexionismo y/o mercenarismo aclaman que el águila lance sus garras sobre la estoica isla, reflexionare sobre el Capitalismo, su Capitalismo…

De poco ha servido la cruda realidad de la mayor parte del planeta, regida casi unipolarmente por un sistema Capitalista, para demostrar a sus «seguidores» el fracaso del mismo. No entienden -o quieren entender- la responsabilidad directa de este egoísta sistema en el hecho de que la mitad de la población humana viva con 2,5 dólares o menos al día, mientras que solo el 0,7% de la misma controla el 45,6% de la riqueza del planeta. Y las cosas van «para peor», en los últimos años los más ricos, como el presidente estadounidense, han visto sus fortunas duplicarse, al mismo tiempo que las capas más pobres se empobrecen a un ritmo más acelerado. A pesar de esta realidad y de que según la UNICEF 22.000 niños mueran cada día a causa de la pobreza y 1.000 millones de niños vivan en la miseria -ninguno en la Cuba «Comunista y dictatorial», organismos e instituciones de derecha, o gobiernos imperialistas y conservadores se empeñan en ignorar estas realidades y apuntan sus cañones contra los pueblos y Gobiernos que hoy se resisten a renunciar a un mundo más humano, más solidario y más socialista.

Como explicarle a nuestros hijos que la mayor virtud del Sistema Capitalista, que en mi opinión es la capacidad que tiene el capital privado para generar riquezas, es una ventaja «contundente» que lo hace superior a cualquier otro sistema, cuando el propio Capitalismo desvía automáticamente esas riquezas de posibles beneficios sociales y las pone en manos de quienes poseen los medios y pagan a los que la producen. No es retórica, archiconocido son los informes y estudios que calculan que para combatir la pobreza se necesitarían 60.000 millones de dólares al año, cual parece mucho pero es solo una cuarta parte de las ganancias de las 100 personas más ricas del mundo, entonces?

El Capitalismo genera además una competencia feroz por obtener dinero, una atracción permanente al consumo. En cada valla publicitaria o programas de TV tienes a alguien que te incita a comprar algo, creando una inconformidad sistemática que hace infeliz al ciudadano por el simple hecho de mostrarle ciclicamente bienes y servicios que aparentemente están al alcance de todos, cuando la realidad es que si todos los seres humanos consumieran como consume, por ejemplo un ciudadano de clase alta en Estados Unidos, se necesitarían 4 planetas Tierra para poder soportarlo. Si todos los habitantes del planeta consumieran lo que dice la prensa capitalista y los incultos que se vanaglorian de ese egoísta sistema, se necesitarían dos planetas, por tanto, es injusto y cruel hacer pensar que todos los seres humanos podremos vivir como «primermundistas» cuando no hay planeta Tierra que lo garantice o resista.

Esos que se vanaglorian de los Smartphone,  de las súper tiendas, de las grandes marcas y ven todo ello como una muestra de desarrollo y prosperidad capitalista, no visionan el costo social y natural que ello ha costado al planeta. Las guerras imperiales para garantizar los recursos que a la vez garantizan esos consumos aumentan a paso vertiginoso, desestabilizando regiones y barriendo culturas, poniendo en riesgo a todo ser humano con sus «efectos secundarios».

Creen los que viven en países del primer mundo, disfrutando de determinadas comodidades -si tienen esa suerte- que el capitalismo es un logro y que el resto de los países capitalistas que viven otras realidades sufren la incapacidad propia de sus sistemas. Pues se equivocan, no existe capitalismo bueno y capitalismo malo, lo que existe es Capitalismo en países que robaron, usurparon y se aprovecharon durante siglos de otras tierras para desarrollar las bases económicas de sus sociedades, mientras esas naciones usurpadas, hoy llamadas del tercer mundo, fueron obligadas a desarrollarse sin gran parte de sus recursos naturales y bajo el control económico de colonizadores o neo colonizadores. La triste realidad que viven naciones como El Salvador, México, Honduras, Haití y otros, es responsabilidad del sistema capitalista, único que han conocido a la largo de su historias, que no ha logrado satisfacer las necesidades de los excluidos del progreso económico, de los carentes de casa, comida, servicios de salud y vivienda, de los marginales y los desocupados, cual demuestra de modo contundente que se trata de un sistema que no logra  garantizar los derechos y las condiciones sociales básicas para todos.

Ese capitalismo que defienden los que votaron por Trump -que fueron menos que los que votaron por Hillary Clinton- no solo cierra los ojos ante las crudas realidades que provoca o ha provocado, sino que se autodenomina DEMOCRATICO, algo que parece ser una burla. No entrare a cuestionar lo que se autodenominan “Sistemas electorales democráticos” que en mi opinión no es más que un circo, la democracia capitalista no es tal democracia, no puede ser democracia cuando los individuos no influyen ni determinan en las acciones de sus gobiernos, estos responden a los intereses económicos, inclinándose a escuchar y actuar a favor de las grandes empresas, bancos y multinacionales, cuales a la larga saldan sus deudas al financiar las campañas electorales. Tampoco me parece muy democrático estar tildando de gobiernos totalitaristas a otros cuando a lo largo de la historia las principales potencias capitalistas, como Estados Unidos, han estado apoyando crueles dictaduras militares y fascistas o políticos con caracteres totalitarios, tampoco me parece democrático asesinar civiles o crear campos de torturas, no me parece democrático el abuso policial ni la discriminación racial, no me parece democrático hacer guerras pulverizando civiles, no me parece democrático interferir en los asuntos internos de cada estado, en fin, no me parece democrático el Capitalismo, no me parece democrático Estados Unidos.

 

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